¿Por qué el humano consume?
Esta cuestión que se plantea se puede abordar desde diferentes perspectivas, entre ellas, biológicas o psicológicas. Por un lado, en lo que respecta a la perspectiva biológica, se pone de manifiesto que existen dos mecanismos que pueden explicar el consumo:
– La activación de circuitos de recompensa general. Es decir, el cerebro posee un “sistema de recompensa”, donde permite al humano sentir placer al realizar determinadas acciones como comer,
correr, etc (Rodríguez, J.M., 2007). Las drogas actúan a través de este sistema de recompensa, obteniendo la persona un placer inmediato (sin esfuerzo), llegando a un punto en el cual, el cuerpo no podrá producir dicho “placer” por sí sólo, dependiendo ya del consumo de la sustancia para obtenerlo. Esto ha sido demostrado mediante experimentos (Nahas G., Trouvé, R., 1992) con animales, posicionando un electrodo en la zona cerebral de dicho sistema, amaestrándolos a estimularla con una palanca. Finalmente, perdían el interés por comer o beber y pulsaban la palanca sin descanso.
– El otro mecanismo, se puede explicar por la ausencia del consumo (después de ser habitual) al causar alteraciones fisiológicas aversivas, conocido comúnmente como síndrome de abstinencia.
Por otro lado, desde la perspectiva psicológica, nos dice que la persona consume drogas para producir estados placenteros o para evitar el síndrome de abstinencia, es decir, por procedimientos de reforzamiento positivo o negativo (Graña, 1994). Un ejemplo: El consumo drogas para evitar hacer frente a ciertos asuntos.
El consumo puede quedar reforzado o causado por el ambiente, es decir, hay diferentes motivaciones que llevan a consumir: Motivaciones de respuesta social (Huida, libertad, normativa social..) o motivaciones experimentales motivaciones sintomatológicas, sensaciones nuevas, etc), entre otras.
¿Cómo podemos saber si una persona cercana está empezando a consumir o consume?
No hay una guía que nos indique cómo se comporta una persona cuando consume, pero sí se podrían observar cambios a nivel conductual en la persona y utilizarlos como indicadores de que algo está ocurriendo. Dichos signos pueden ser (Guía de SS. SS. Nº 3, Drogodependencias):
– La necesidad de mayor cantidad de dinero, llevando a realizar conductas como: Pedir dinero de forma continua o cogerlo cuando haya algún descuido, acudir a otros familiares para obtener dinero, vender objetos de valor..
– La búsqueda de proveedores, traducido en salidas a deshoras, llegar a casa a altas horas, esconder utensilios..
– Modificación de la conducta de la persona: Cambios bruscos de humor, problemas de sueño, pérdida del aspecto personal, menor relación con la familia, etc.
– Otros
¿Qué hacemos cuando confirmamos que dicha persona consume?
Se podrían destacar diferentes reglas para esta situación según Aguar O. y Cols (1989), entre ellas:
– Reflexionar o hablar de forma abierta y profunda, sin alarmarnos.
– Medir de manera adecuada el problema, es decir, no se debe ni exagerar ni infravalorar.
– Actuar ante el problema: Se debe acudir al centro adecuado ya que, no es un problema exclusivo de la persona, no lo puede resolver sola y, además, pueden estar implicados otros tipos de problemas como los familiares.
– No invisibilizar el problema ya que conduce a un sentimiento de vergüenza, y no se trata de un “vicio” sino de una enfermedad o de un conflicto/crisis personal.
Referencias:
AGUAR O. Y Cols. ‘Las drogas: familia y escuela’. Ed. Instituto de Orientación Psicológica, 1989. Madrid, 99.
NAHAS G., TROUVÉ R., ‘Toxicomanías’ Ed. MASSON 1992, Barcelona.
Rodríguez, J.M., (2007). Comparación de un programa libre de drogas y uno de mantenimiento con metadona en adictos a opiáceos. Intervención Psicosocial. Vol 16, pag 361-373.
Mas Bagà, M., (s.f.). CAT Barcelona: Adicciones y problemas psíquicos. Recuperado de: https://www.catbarcelona.com/
AUTORA DE ESTE ARTICULO: MARTA FERNÁNDEZ CÓRDOBA